sábado, 28 de junio de 2008

Cuento inconcluso

Durante tres días mi imaginación se bloqueó, no vino nada a mi mente. Ahora comprendo la angustia del escritor frente a la hoja o la pantalla en blanco.
¡Pero se me acaba de ocurrir un argumento asombroso basado en hechos reales! El mejor cuento, estoy seguro, de todos los que he escrito hasta ahora que, debo confesar, no fueron gran cosa.
Como sabrán estoy concurriendo a un taller de escritura. La sugerencia del profesor es, esta vez, contar una historia distinta a las anteriores: ¡Basta de violencia, basta de cuentos fantásticos, basta de relatos de terror!
Me acomodo frente a la computadora y comienzo una historia familiar basada en mis propias vivencias y en lo relatado en secreto por mis padres. Sin un pacto explícito previo hemos ocultado este episodio vergonzoso de la década del ´80. Los actores que participaron en los hechos y todos los testigos, ya han fallecido; esto me permitirá, sin reproches, hacer público lo ocurrido.
Algunos recuerdos penosos han deteriorado aún más mi frágil salud y a veces pienso o deliro: todo fue un sueño.
Repentinamente el teclado no responde a mis pulsaciones, las letras cambian de lugar, la pantalla titila, me mareo. ¡No sé qué está pasando! O sí lo sé: ¡me está por dar un ataque de epilepsia!
Voy a suspender.
Entro en
con
vul
sio
nes…

Guillermo Gerardi

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