sábado, 28 de junio de 2008

Cuento: Desaparecido

Despertó y abrió los ojos. La cabeza le dolía y fluía un hilo de sangre que bajaba desde la frente hasta la comisura de los labios. La oscuridad no le permitía descubrir dónde estaba.
Aguzó el oído para reconocer algún sonido que le diera una pista: escuchó el vuelo de un avión, el ruido del agua llenando un tanque, una puerta al cerrarse. A su derecha, la respiración y el leve quejido de una persona. No se asustó, pensó fríamente: debo conservar la calma.
Intentó levantarse y no pudo, descubrió una de sus piernas aprisionada por una cadena fijada en la pared. Una capucha de tela áspera cubría su cabeza. Hizo un esfuerzo por recordar qué había pasado, cómo había llegado allí.
Estaba en su casa cuando apareció la policía. Los atendió su compañera. Fueron a investigar y a avisarle que en un enfrentamiento su esposo había muerto acribillado. Lo habían identificado por el documento. La mujer, turbada, esbozó una sonrisa: no podía ser, él se hallaba en la casa en ese momento. Entraron, lo esposaron y lo subieron a un Falcon. Recordó que tiempo atrás había perdido o le habían robado el DNI.
Lo encapucharon, lo golpearon, perdió el conocimiento y ahora permanecía sumido en la oscuridad. Percibió la presencia de otras personas en el lugar: un suspiro, un roce, una tos.
Recordó que cuando lo trajeron estaba oscureciendo, lo obligaron a golpes a subir una escalera que ascendió arrastrando los pies. Lo empujaron y cayó al piso, lo encadenaron, quedó tirado en una especie de altillo y se desmayó. Ahora estaba conciente y era de noche.
Entonces comenzó a comprender…


Guillermo Gerardi

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