lunes, 21 de enero de 2008

JAIKUS

Poemas breves japoneses
El Jaiku (o Haiku), composición breve originada en Japón, que capta el instante, es el reflejo de la emoción que invade al poeta en ese momento, normalmente provocada por su percepción de la naturaleza, el sentimiento que su belleza inigualable le inspira, dependiendo también de la estación en que es contemplada, o imaginada; en él cada palabra está plena de significación. Quizá fue Bashõ, considerado por muchos el más grande poeta de Japón, quien mejor lo definió: "Jaiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento". Como estructura poética independiente cobró vida en el siglo XVI, pero fue en el XVII cuando alcanzó su forma más definitiva y clásica gracias a Bashõ: antes no era más que la simple exposición de sentimientos humorísticos y desconcertantes, él lo elevó a la dignidad de gran género literario.
.
A la intemperie,

se va infiltrando el viento
hasta mi alma.
Bashõ
.
Es ya mi aldea
un sueño en un viaje.
Ave de paso.
Kiorai
.
No tiene nada
mi choza en primavera.
Lo tiene todo.
Sodõ
.
Al que la corta
le otorga su perfume:
flor del ciruelo.
Chiio
.
Los días lentos
se apilan, evocando
un viejo antaño.

Buson
.
Con un farol
pasea en el jardín:sufriendo
al ver morir la primavera.
Buson
.
El ruiseñor
unos días no viene,
otros dos veces.
Kitõ
.
Nace el otoño.
Se deslizan las nubes
y se ve el viento.
Chora
.
Todos los años
sufro distinto al ver
irse la primavera.
Seira

.
Flora el ciruelo
y canta el ruiseñor,
pero estoy solo.
Issa
.
Le sobrevive,
le sobrevive a todo
la frialdad.
Issa
.
De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque.
Issa
.

Yo soy un huérfano,
yo soy una luciérnaga
que no da luz.
Issa
.
En las tinieblas
lo que ronda mis ojos
es su sonrisa
Issa
.
No lloréis, bichos,
que sufren desengaños
hasta los astros.
Issa
.
Una vez más
me he vuelto a quedar solo
y llueve en mayo.
Jekigodõ
.
¡Qué solitaria
mi vida, y qué bonito
el crisantemo!
Shoush

miércoles, 9 de enero de 2008

Matemática

La inequitativa distribución de la riqueza marca una desigualdad ciertamente criminal. Unos (pocos) tienen (tenemos) mucho; otros (muchos) tienen poco. Muchos más tienen casi nada. La sociedad ha sido, hasta aquí, más bien indiferente a las desigualdades de todo tipo. Se las describe, sí, pero en general el dolor termina en hacer una suerte de catarsis que parece “exculpadora”. Bueno, no es así. O no debería serlo. Hasta aquí, ninguna novedad.

La riqueza no sólo se mide en dinero o en poder adquisitivo, también se mide en conocimiento, o mejor dicho, debería empezar por ahí. El acceso a la riqueza intelectual es un derecho humano, sólo que casi siempre está supeditado al fárrago de lo urgente (nadie puede pretender acceder al conocimiento si antes no tiene salud, ni trabajo, ni techo, ni comida en su plato). Así, todos tenemos un compromiso moral: pelear para que la educación sea pública, gratuita y obligatoria en los niveles primario y secundario. Los niños y jóvenes tienen que ir a estudiar, y no a trabajar.

Con la matemática sucede algo parecido. Es una herramienta poderosa que enseña a pensar. Cuando está bien contada es seductora, atractiva, dinámica. Ayuda a tomar decisiones educadas o, al menos, más educadas. Presenta facetas fascinantes que aparecen escondidas y reducidas a un grupo muy pequeño que las disfruta. Y es hora de hacer algo, de pelear contra el preconcepto de que la matemática es aburrida, o de que es sólo para elegidos.

Por eso escribí ¿Matemática… ¿Estás ahí? Porque quiero que le demos una segunda chance. Porque quiero que la sociedad advierta que le estamos escamoteando algo y que no hay derecho a que eso suceda. Hasta aquí, quienes comunicamos la matemática hemos fracasado, no sólo en la Argentina sino en casi todo el mundo.

Ha llegado la hora de modificar el mensaje. Obviamente, no soy el primero ni seré el último, pero quisiera ayudar a abrir el juego, como lo hice durante más de cuarenta años con alumnos de todas las edades. La matemática presenta problemas y enseña a disfrutar de cómo resolverlos, así como también enseña a disfrutar de no poder resolverlos, pero de haberlos “pensado”, porque entrena para el futuro, para tener más y mejores herramientas, porque ayuda a recorrer caminos impensados y a hacernos inexorablemente mejores.

Necesitamos, entonces, brindar a todos esa oportunidad.

Créanme que se la merecen.

Adrián Paenza
¿Matemática... ¿estás ahí? Episodio 2

domingo, 6 de enero de 2008

Poema: Se busca un amigo

No es necesario que sea hombre, basta que sea humano, basta que tenga sentimientos, basta que tenga corazón. Se necesita que sepa hablar y callar, sobre todo que sepa escuchar.
Tiene que gustar de la poesía, de la madrugada, de los pájaros, del Sol, de la Luna, del canto, de los vientos y de las canciones de la brisa.
Debe tener amor, un gran amor por alguien, o sentir entonces, la falta de no tener ese amor. Debe amar al prójimo y respetar el dolor que los peregrinos llevan consigo. Debe guardar el secreto sin sacrificio.
No es necesario que sea de primera mano, ni es imprescindible que sea de segunda mano. Puede haber sido engañado, pues todos los amigos son engañados.
No es necesario que sea puro, ni que sea totalmente impuro, pero no debe ser vulgar. Debe tener un ideal, y miedo de perderlo y, en caso de no ser así, debe sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas, su principal objetivo debe ser el del amigo. Debe sentir pena por las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los solitarios. Debe gustar de los niños y sentir lástima por los que no pudieron nacer.
Se busca un amigo para gustar de los mismos gustos, que se conmueva cuando es tratado de amigo. Que sepa conversar de cosas simples, de lloviznas, y de grandes lluvias y de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer, para contar lo que se vio de bello y de triste durante el día, de los anhelos y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad. Debe gustar de las calles desiertas, de los charcos de agua y los caminos mojados, del borde de la calle, del bosque después de la lluvia, de acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir, no porque la vida es bella, sino porque se tiene un amigo. Se necesita un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir de cara al pasado, en busca de memorias perdidas. Que nos palmee los hombros, sonriendo o llorando, pero que nos llame amigo, para tener la conciencia de que aún se vive.


Vinicius de Moraes

sábado, 5 de enero de 2008

Gardel

Para mí, lo inventamos. Seguramente fue una tarde de domingo, con mate, con recuerdos,con tristeza,con bailables bajito en la radio después de los partidos. Seguramente nos dolía una foto en la pared, algún no tengo ganas, algún libro.
Yo creo que andaríamos así, sonsos de aburrimiento, solitariando viejos para qués, sin mujer o sin plata, y desabridos.
Seguramente nos sentimos de golpe terriblemente solos, muy huérfanos, muy niños. Tal vez tocamos fondo. Tal vez alguien pensó en el amasijo.
Entonces, qué se yo, nos pasó algo rarísimo. Nos vino como un ángel desde adentro, nos pusimos proféticos, nos despertamos bíblicos. Miramos hacia las telarañas del techo, nos dijimos:
"Hagamos, pues, un Dios a semejanza de lo que quisimos ser y no pudimos. Démosle lo mejor, lo más sueño y más pájaro de nosotros mismos. Inventémosle un nombre, una sonrisa, una voz que perdure por los siglos, un plantarse en el mundo, lindo, fácil, como pasándole ases al destino."
Y claro, lo deseamos y vino. Y nos salió morocho, glorioso, engominado, eterno como un Dios o como un disco. Se entreabrieron los cielos de costado y su voz nos cantaba: "Mi Buenos Aires querido..."
Eran como las seis, esa hora en que empiezan los bailables y ya terminaron todos los partidos.

Humberto Constantini

jueves, 3 de enero de 2008

Nos hicieron creer…

Nos hicieron creer que el “gran amor”, sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta. Las personas crecen a través de la gente. Si estamos en buena compañía, es más agradable. Nos hicieron creer en una fórmula llamada "dos en uno": dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable. Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio y que los deseos fuera de término, deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los lindos y flacos son más amados. Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas. Ah, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto. Cada uno lo va a tener que descubrir solito. Y ahí, cuando estés muy “enamorado de vos, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien”. Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque
la violencia, se practica a plena luz del día.

John Lennon

Viendo a la gente andar

Viendo a la gente andar, ponerse el traje, el sombrero, la piel y la sonrisa; comer sobre los platos dulcemente, afanarse, correr, sufrir, dolerse, todo por un poquito de paz y alegría, viendo a la gente, digo, no hay derecho a castigarle el hueso, la esperanza, a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día, viendo, sí, cómo la gente llora en los rincones más oscuros del alma y sin embargo sabe reír y sabe andar derecho, viendo a la gente, bueno, viéndola tener hijos y esperar y siempre creer que van a mejorar las cosas y viéndolas pelear por sus riñones, digo gente, qué hermoso andar contigo a descubrir la fuerza de lo nuevo, a arrancar la felicidad, a traer el futuro sobre el lomo, hablar familiarmente con el tiempo y saber que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos qué hermoso, digo, gente qué misterio vivir tan castigadoy cantar y reír ¡Qué asunto raro!

Juan Gelman

martes, 1 de enero de 2008

Un cuento de Gabo

ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO
Por Gabriel García Márquez

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: "No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo". El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: "Te apuesto un peso a que no la haces". Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Y él contesta: "es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo". Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mama, o una nieta o en fin, cualquier pariente, feliz con su peso dice y comenta:- Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.- ¿Y por qué es un tonto?- Porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. Y su madre le dice:- No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen... Una pariente oye esto y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: "Deme un kilo de carne", y en el momento que la está cortando, le dice: "mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado". El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice: "mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas". Entonces la vieja responde: "Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos..." Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde alguien dice:- ¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?- ¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! Tanto calor que es un pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos. - Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor. - Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.- Sí, pero no tanto calor como ahora. Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: "Hay un pajarito en la plaza". Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito. - Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.- Sí, pero nunca a esta hora. Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. - Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve. Hasta que todos dicen: "Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos". Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: "Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa", y entonces la incendia y otros incendian también sus casas. Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado: "¿Vistes mi hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?".

(Este Cuento fue narrado verbalmente, -y grabado-, en un Congreso de escritores por Gabriel García Márquez: "Para que vean cómo cambia cuando lo escriba", y fue publicado por la Revista Mexicana El Cuento.)

Cuento: Atrapado

Ascendió lentamente la escalera. Había salido a caminar por el parque público. Su salud no estaba bien. Se sentía triste y deprimido. Frente a él, abierta, la enorme puerta del Museo. Sin darse cuenta sus pasos lo habían llevado hasta allí. Siendo niño su padre y su abuelo lo acompañaban a visitarlo. Lo apasionaba y lo hacía feliz.
Cuando trajo a sus hijos pequeños, ¡cómo se excitaban y asustaban viendo los dinosaurios y las momias egipcias!
Entró. Pensó: Me parece que es demasiado tarde, pronto van a cerrar. Giró a la derecha para hacer el recorrido circular que lo traería nuevamente a la entrada. Se sorprendió al no ver a nadie. Está oscureciendo, debo apurarme.
Las salas en penumbra lucían amenazadoras. De los techos colgaban esqueletos de ballenas y la réplica de un gigantesco pulpo. Siguió avanzando, caminó más rápido y empezó a temblar.
De pronto se apagaron las luces y la claridad que se colaba por las ventanas apenas iluminaba su camino. El temor aumentó y corrió. Llegó a la puerta de salida. Estaba cerrada. Gritó y golpeó pero no apareció nadie. Sólo le respondió el silencio.
Pasaron unos minutos, volvió a golpear, trató de oír algún sonido que le indicara si había alguien afuera. Pero no. De repente oyó unos pasos que se acercaban desde un pasillo lateral. Vio una figura en la penumbra y algo más aliviado le dijo: Parece que se ha hecho tarde. Los dos hemos quedado encerrados.
El otro, mirándole apenas, pasó a su lado y respondió: “Los dos no, usted”. Y atravesando la maciza puerta, desapareció.

Guillermo Gerardi