martes, 1 de enero de 2008

Cuento: Atrapado

Ascendió lentamente la escalera. Había salido a caminar por el parque público. Su salud no estaba bien. Se sentía triste y deprimido. Frente a él, abierta, la enorme puerta del Museo. Sin darse cuenta sus pasos lo habían llevado hasta allí. Siendo niño su padre y su abuelo lo acompañaban a visitarlo. Lo apasionaba y lo hacía feliz.
Cuando trajo a sus hijos pequeños, ¡cómo se excitaban y asustaban viendo los dinosaurios y las momias egipcias!
Entró. Pensó: Me parece que es demasiado tarde, pronto van a cerrar. Giró a la derecha para hacer el recorrido circular que lo traería nuevamente a la entrada. Se sorprendió al no ver a nadie. Está oscureciendo, debo apurarme.
Las salas en penumbra lucían amenazadoras. De los techos colgaban esqueletos de ballenas y la réplica de un gigantesco pulpo. Siguió avanzando, caminó más rápido y empezó a temblar.
De pronto se apagaron las luces y la claridad que se colaba por las ventanas apenas iluminaba su camino. El temor aumentó y corrió. Llegó a la puerta de salida. Estaba cerrada. Gritó y golpeó pero no apareció nadie. Sólo le respondió el silencio.
Pasaron unos minutos, volvió a golpear, trató de oír algún sonido que le indicara si había alguien afuera. Pero no. De repente oyó unos pasos que se acercaban desde un pasillo lateral. Vio una figura en la penumbra y algo más aliviado le dijo: Parece que se ha hecho tarde. Los dos hemos quedado encerrados.
El otro, mirándole apenas, pasó a su lado y respondió: “Los dos no, usted”. Y atravesando la maciza puerta, desapareció.

Guillermo Gerardi

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es así de cierto. ¡Felicitaciones Guillermo!

Alejandro César.-

Anónimo dijo...

guillermo:muy lindos los tres cuentos que me enviaste y los dos tuyos que ya conozco.Un abrazo,tino

Anónimo dijo...

querido Gui, ya te adelanté a través de Marta que me había gustado mucho el cuento y que te escribiría personalmente contándote mis impresiones y demás...
Al ir leyéndolo la cabeza se me llenaba de imágenes, (cosa muy buena a lograr por un artista) no podía menos que visualizar y sentir nuestro querido museo platense y acompañarte, como tantos platenses en la visitas, primero llevados por padres y abuelos y luego nosotros a nuestros hijos... deuda generacional...
Y si, también sentir el temor, que nuestra imaginación mediante y los techos y luces de esa época constructiva hacían despertar en nosotros.
Así que te fui leyendo y acompañando, bien escrito y expresa... tal vez con sabor a poco... ja,ja,ja yo siempre quiero un poco más...
Esta muy bueno como cuento corto, pero también, a lo mejor ya lo tenés pensado, es solo el prólogo de uno, o varias novelas de suspenso y misterio... pues uno no deja de preguntarse qué cosas le inquietaban a ese ser que caminaba solo y qué y cuáles hechos o acciones llevaron a ese otro "ser" a estar, permanecer o deambular por aquellas salas. Y lo último y no menos interesante, qué de aquel encuentro que seguramente nos llevará al final develando este insinuado misterio suspensivo.
Bueno, te felicito, por ser gánico, decía una amiga mía y que a cualquier altura de la vida, uno puede dar rienda suelta al artista que tiene dentro y esto es liberando las emociones.
buen viaje, en este camino, será alguno de tus lectoras que te espere en la vera del mismo.
Te mando un abrazo.
María Inés.