viernes, 7 de marzo de 2008

Sabiduría celta

Tiempo atrás, un conocido periodista quiso entrevistar a un jefe indígena sudamericano. La condición que éste puso fue pasar previamente un rato juntos. El periodista aceptó descontando que tendrían una "conversación normal". A solas se sentaron enfrentados mirándose a los ojos, largamente y en silencio. Al principio, el periodista sintió terror ya que le parecía que su vida estaba totalmente expuesta a la mirada y el silencio de un extraño.

Después él también pudo profundizar su propia mirada. Y así, se contemplaron por más de dos horas. Al cabo de ese tiempo, era como si se hubieran conocido toda la vida. La entrevista era innecesaria.

Mirar la cara de otro es penetrar a lo más profundo de su vida. Generalmente y con mucha ligereza damos por sentado que compartimos un solo mundo con los demás. Pero en un nivel más profundo, cada uno es custodio de un mundo privado, individual. Sin querer, fingimos pertenecer al mismo mundo, pero estamos más solos de lo que pensamos. Cuando alguien te visita en tu casa, se hace presente corporalmente, trae a tu casa su mundo interior, sus vivencias y memoria a través de su cuerpo. Mientras dura la visita, su vida no está en otra parte, está ahí con vos, buscándote. No son sólo dos cuerpos, sino dos mundos que se unen.

De "El libro de la sabiduría celta". Edición Emecé.

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